Las Causas del Sedentarismo
En la actualidad nos encontramos ante un panorama dónde los niños están sustituyendo buenos hábitos por otros no tan buenos. Nos referimos a la práctica de actividad física de forma habitual.
Cada vez nos hacemos más sedentarios. Trabajamos sentados con los ordenadores, vemos tumbados en el sofá la televisión, mantenemos conversaciones cómodamente desde casa con nuestros amigos mediante Whatsapp… todo actividades sedentarias que no requieren ningún esfuerzo físico por nuestra parte. Y no nos engañemos, eso no es un avance.
Además, nuestro comportamiento va a servir de ejemplo a nuestros hijos. Si a esto le sumamos que tenemos menos tiempo que dedicarles debido al trabajo, y cuando llegamos a casa les dejamos jugar con ordenadores y videoconsolas para poder nosotros mientras descansar, eso no hace sino aumentar el comportamiento sedentario de nuestros hijos.
Hay que tratar de combatir esta falta de actividad física, puesto que con el paso del tiempo será más complicado animarlos a ejercer algún tipo de deporte, y además esta falta de actividad puede desencadenar en graves problemas de salud.
¿Qué Efectos Puede Desencadenar la Falta de Ejercicio en los Niños?
Diversos estudios realizados hasta el momento confirman que un niño que no practica actividad física durante su infancia termina convirtiéndose en un adulto sedentario fuera de forma y con riesgo de padecer graves problemas médicos, tales como padecimientos coronarios, osteoporosis (pérdida de la densidad ósea), diabetes y obesidad, entre otros.
Aunque estos efectos no les van a afectar durante sus años escolares, tenemos que ser conscientes de que es necesario animarles a que desarrollen el hábito del ejercicio para prevenir su aparición. Esto y cuidar su dieta alimentaria ayudarán a mantener a los pequeños de la casa sanos y fuertes.
¿Cómo combatir la inactividad de nuestros hijos?
Hay muchas maneras de mantener activos a nuestros hijos. Lo ideal, es que practiquen al menos 60 minutos al día de ejercicio para mantenerse en forma. ¿Y cómo lo conseguimos? Pues aunque no lo creas, tú como madre o padre puedes ser la principal solución.
A nuestros hijos hay que apoyarlos y animarlos. Motivarlos a que practiquen ejercicio va a ser una de tus misiones para combatir el sedentarismo.
Como primera propuesta, puedes animarle realizando acciones que refuercen tu petición de incrementar el ejercicio físico, como por ejemplo acudir a lugares andando y no en coche, o subir por las escaleras y no por el ascensor. Son acciones muy básicas, pero a su vez estás demostrándole al niño que crees en lo que le pides, y que tú te vas a implicar en que lo consiga. Para lograr grandes resultados hay que empezar por el principio, y este puede ser el suyo.
También puedes apuntarle a alguna actividad física que le guste. Hay infinidad de deportes, y seguro que hay alguno que le llama la atención y con el que puede identificarse. Es cuestión de hablarlo con él y proponerle diferentes opciones. Natación, ciclismo, karate, baloncesto, tenis, gimnasia rítmica… infórmate bien y consigue que tu hijo escoja uno.
Si hay algo importante es que al niño le guste lo que haga. No le impongas un deporte porque te guste a ti. Al final acabará aborreciéndolo, y la presión causará que acaben abandonando la actividad.
Otra opción es practicar deporte en familia. Seguramente será la mejor manera de conseguir motivarlos hacia la práctica de una actividad física. Enséñale a nadar, juega al futbol con él, haced una pequeña ruta en bicicleta… lo que se te ocurra. Y si tú no eres muy dado a este tipo de actividades, busca a alguien de la familia que sí que lo sea, o algún amigo. A lo mejor tu hermano es un perfecto ciclista y tu hijo estará encantado de pedalear junto a él.
¿Qué tipo de actividad necesita mi hijo?
Según la edad que tenga tu hijo le beneficiarán más unos tipos de ejercicio que otros, que estén más acorde con su desarrollo.
Por ejemplo, si tu niño pertenece al grupo de los lactantes lo idóneo para él serán los juegos en el suelo o en el agua. Caminar, gatear, jugar con otros niños a pasarse la pelota, levantarse y agacharse, o nadar con sus padres, son algunas de las actividades que harán que tu hijo pequeño se mantenga activo.
Si tu hijo tiene entre 3 y 5 años lo mejor para él será andar, ir al parque para columpiarse y jugar con otros niños, correr y realizar actividades en el agua.
A partir de los 5 años en adelante lo ideal es que al día practiquen al menos 60 minutos de actividad física, y a ser posible todos los días de la semana. Pueden combinar ejercicios más intensos con otros que lo sean menos. Apuntarse a clubs de deportes ayuda a fomentar el hábito del ejercicio físico.
A medida que los niños se hacen más mayores, disfrutan más de los ejercicios que se realizan en equipo, como el baloncesto o el fútbol por ejemplo. En verano, una buena alternativa puede ser apuntarlos a campamentos, en los que además de realizar actividades constantes durante todo el día y muy variadas, harán nuevos amigos y vivirán una buena experiencia.
Lo importante al final es que el niño se mueva. Jugar con tu hijo al escondite o al pañuelo, ya supone ejercitarse. No hace falta que sea una actividad muy elaborada, que sea intensa o muy cara. Lo importante es que el niño construya un hábito de actividad física en su día a día y que ahuyente el sedentarismo.
No se trata de que le prohíbas a tu hijo que juegue con la videoconsola o no vea la televisión. Hay un tiempo para todo, y hay que saber organizarse, sin dejar de olvidar que ejercitarse y realizar actividades físicas ayudará a prevenir la aparición de graves problemas de salud futuros.
¿Y tú? Cómo motivas a tu hijo para que realice actividades físicas?