¿Qué es el hígado graso?
El término hígado graso se refiere a una amplia gama de alteraciones del hígado. La alteración fundamental es la acumulación excesiva de grasa en las células del hígado. Lo mas corriente es que se deba al consumo de alcohol. Sin embargo, en los últimos años se ha reconocido que una gran parte de los pacientes con hígado graso no beben. Por lo tanto, se ha acuñado el término hígado graso no alcohólico (HGNA). Se añade este término no alcohólico, porque las alteraciones del hígado son, en muchos aspectos, similares a las que se pueden ver en personas que beben alcohol de forma excesiva.
En una primera fase de la enfermedad ocurre la acumulación de grasa sin producir inflamación en el tejido hepático (no hay inflamación ni daños significativos del órgano). A ello se le llama hígado graso simple (también se usa el término esteatosis hepática). La presencia de grasa cambia el aspecto y la función del hígado, pudiendo ocasionar inflamación hepática. Cuando esta ocurre, da lugar a la llamada esteatohepatitis no alcohólica, que de no tratarse, puede dar lugar a una cirrosis hepática, considerada una etapa avanzada de la enfermedad.
Síntomas del hígado graso
El hígado graso no alcohólico no produce síntomas por sí mismo, por lo que es considerada una enfermedad “silenciosa”. Algunos pacientes con esta dolencia han manifestado dolor o malestar inespecífico en el costado superior derecho del abdomen. Como no produce síntomas, en algunos pacientes el hígado puede dañarse de forma inadvertida por años o décadas.
El hígado graso no alcohólico se diagnostica generalmente por accidente, cuando el paciente se realiza exámenes por otra causa. Las alteraciones mas frecuentes son elevaciones leves de los exámenes hepáticos (bilirrubina, transaminasas [SGOT/SGPT, ALAT/ASAT] o GGT). Es también común la detección de hígado graso mediante un examen de imagen (generalmente una ecografía abdominal). Una vez realizado el diagnóstico, algunos pacientes pueden requerir, a petición del médico especialista, la realización de una biopsia hepática.
Causas del hígado graso
La causa fundamental del hígado graso no alcohólico es la resistencia insulínica, que significa que el organismo no maneja apropiadamente el azúcar que se consume en la dieta. Esto produce un exceso de azúcar en la sangre similar, pero menos marcado, a lo que ocurre en la diabetes. El Hígado y el páncreas detectan el exceso de azúcar en la sangre lo que produce un aumento de la insulina y finalmente, acumulación de grasa en el hígado. El hígado acumula el exceso de azúcar en forma de grasa pues ésta es la forma de almacenar energía cuando hay exceso de ella.
La obesidad y el sobrepeso son, sin duda, los factores más relevantes en el desarrollo del hígado graso. Otros factores importantes son la presencia de diabetes, elevación de los niveles triglicéridos en la sangre y factores genéticos no del todo conocidos. La presencia de antecedentes de diabetes en familiares es un factor de riesgo importante.
Tratamiento del hígado graso
A continuación te presentamos los mejores remedios caseros para hígado graso que hemos recopilado.
- Dieta para el Hígado Graso
- Infusión de Cardo Mariano para el Hígado Graso
- Infusión de Menta, Manzanilla, Cardo Mariano, Caléndula y Boldo para el Hígado Graso
- Infusión de Ortiga y Llantén para el Hígado Graso
- Zumo de Rábanos para el Hígado Graso
Nuestros remedios para hígado graso pretenden ayudarte a estar informado, pero nunca deben sustituir una consulta médica. Es fundamental que consultes a tu médico sobre este o cualquier otro tratamiento natural, así como posibles contraindicaciones o incompatibilidades.
Alimentación / dieta del hígado graso
Se requiere una dieta con más fibra, sin azúcares simples, menos grasas malas y nada de alcohol. Además, los ácidos grasos omega-3 están considerados los protectores del hígado, por lo que es bueno aumentar el consumo en pescados ricos en este ácido.
Para aumentar el consumo de fibra puedes elegir el pan integral, al igual que el resto de cereales (como el arroz, la pasta o el cuscús), sustituir los cereales de desayuno por muesli o por copos de avena o maíz al natural, sin azucarar, incluir legumbres, según tolerancia, entre 2 y 3 veces por semana, así como añadir las verduras a cada comida, especialmente las de hoja verde son idóneas para la protección hepática.
Para reducir el consumo de azúcares, deberás prescindir de todo tipo de alimentos azucarados y recetas que contengan azúcar, incluso, será conveniente limitar de forma temporal el consumo de fruta fresca por su aporte de fructosa a la dieta.
Para reducir el consumo de grasas perjudiciales, deberás evitar el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas como leche entera, nata, quesos, mantequilla, embutidos, tocino, carne grasa, bollería y repostería industrial que contenga aceite de coco o de palma, y utilizar siempre y en su justa medida, aceite de oliva.